lunes, 14 de octubre de 2013

Puerta silenciosa

El ataúd está vacío,
luminoso, pero vacío
no sé donde encontrar,
en verdad ¿que busco?

No te logré ver en comienzo puerta silenciosa
no dudé, ya lo hice
y aquel rostro con su dedo de advertencia
susurra la pista; la señal entre tinieblas.

Al observar los labios de aquel hombre
leí y entendí aquel oscuro deseo
 ya tenía claridad, es momento de obedecer.

Si veo la muerte en la cumbre de mi montaña
ya es momento de ceder, de aceptar y reír.
¿Cuántas lágrimas caen de alegría y cuántas risas nacen del dolor?

De pronto como entre pasillos,
de pronto como en un laberinto seguido por un niño...
Afuera sigue la muerte en la cumbre
afuera siguen los verdes pastos entusiastas
pero dentro, la persecución aumenta,
dentro sigo huyendo ¿quién es aquel a cual escapo?

Quien huye de lo que está constituido destruye su existencia.
El agua ya hierve en la olla y los pasillos se agotan... se agitaron.
Volteo... ya es hora de retornar, ya es hora de pisar firme
luego del chapuzon  nocturno.
Es momento de llevar mi sabia, la que me forma hacia mi existencia misma.